El proceso de autodepuración del congreso en 1993 no inició con la renuncia de la trinca que había respaldado en los primeros años a Serrano, ni con el intento de él mismo de deshacerse de ellos disolviendo el congreso (aunque ambas cosas influyeron en el sentir de la población y la creación de la Instancia Nacional de Consenso INC). Todo realmente va tomando forma cuando un grupo de diputados (llámemoles dignos) inicia un bloqueo sistemático de la agenda (llegaron a ser 76 de los 116 diputados de esa época) buscando presionar a los 16 identificados como “depurables”.
Para no hacer larga esa parte de la historia la forma en que lo van haciendo genera una dinámica casi de que o renuncian los 16 o renunciamos los “dignos”. Esto genera un mecanismo de autodepuración que termina creando una elección casi de medio término y se eligen nuevos diputados para terminar esa legislatura hasta enero de 1996.
¿Qué falló? Parte del sector empresarial, que aún controlaba el financiamiento de campañas, creyó que aún podían controlar por medio de la #Pistocracia las proximas elecciones. Eso nos llevó a los gobiernos más recientes. Dejando a la libre las fuentes de financiamiento, ante un TSE débil (a propósito) y cada vez con más financiamiento anónimo y producto de crimen organizado y corrupción. Eso produjo los gobiernos más recientes, pero como habían podido producir, en medio de todo, un gobierno de empresarios (OB) creyeron que seguían mandando sin darse cuenta que ya la mayoría de diputados ya eran producto de la #Pistocracia (allí venían ya Sinibaldi, Baldetti, Baldizón, Barquín, Martínez Loayza, Crespo, Quej, etc, etc.) y que bajo sus narices se había producido ya un punto de quiebre que llevaria a las elecciones del PP (según ellos suyo) y el fortalecimiento de la UNE, el surgimiento de Líder y la transformación de varios actores empresariales en fuentes de financiamiento (y beneficiarios) de esa misma corrupción.
¿Qué podemos hacer? Sentarnos a ver que consoliden y recuperen espacios perdidos con las leyes contra crimen organizado (Lavado de Dinero, Extinción de Dominio, métodos especiales de investigación) y las leyes anticorrupción (que intentaron inicar a cambiar esta semana) o nos paramos como lo hicimos esta semana y detenemos este #PactoDeCorruptos de raíz.
¿Cómo lo detenemos de raíz? Allí es donde este momento se parece más a 1993 que a 2015. Hay varias vías; una es exigir (como lo hicimos esta semana) la renuncia de los líderes en el congreso de este pacto. Hagamos la lista, Javier Hernández, Orlando Blanco, José Ramón Lau, Alejandra Carrillo, Felipe Alejos, Jaime Regalado y Oscar Armando Escribá, para iniciar la lista corta. Debemos cortar y arrancar de raíz la base de este intento de mantener y recuperar sus espacios que no han perdido si no se los hemos ido arrebatando.
La otra vía es más parecida a lo que terminó sucediendo en 1993, se termina creando un mecanismo de autodepuración, donde los mismos diputados dignos renuncian en bloque (las renuncias deben ser aceptadas por 80 diputados lo cual hace que esto se parezca mucho a l oque vimos ayer 15 de septiembre) y empiezan a generar la presión desde adentro del congreso y los demás lo hacemos desde afuera. Apoyando y respaldando como lo hicimos esta semana. ¿Quiénes son? Encuento por Guatemala, Convergencia, algunos diputados independientes o que rompieron con sus partidos como Andrea Villagrán, Luis Pedro Alvarez, Sofía Hernández, Karla Martínez, Eduardo Zachrisson, Juan José Porras, Juan Manuel Díaz-Durán, Raúl Romero, algunos ausentes a qiuenes podríamos darles el beneficio de la duda y Creo que al final, con el actuar de Oscar Chinchilla acompañaron este proceso de anular los decretos de la impunidad. Tienen la palabra. Estoy seguro que Alvaro Velásquez ya hubiera renunciado.
29 de agosto de 1993 un grupo de diputados hizo una conferencia de prensa y exigió la renuncia de los “depurables” y eso inició el proceso. Este era un grupo variopinto. Desde Lulo Chinchilla Vega y Elder Vargas pasando por Francisco Reyes Ixcamey y Chichita Aragón Quiñonez. Eran 16 en total. Algo similar podríamos esperar ahora como ese escenario dos. Un grupo de diputados que forcen, desde adentro, y con el respaldo de la ciudadanía, desde afuera, iniciar un proceso de rompimiento con la #Pistocracia y este #PactoDeCorruptos que tiene secuestrada la democracia de Guatemala.
Pero esto debe ir de la mano con una una agenda legislativa para fortalecer la institucionalidad y recuperar una democracia participativa y un desarrollo incluyente, sostenible y competitivo para nuestro país. Esta agenda mínima debe incluir al menos tres grandes áreas donde tenemos algunos niveles de consenso;
1) Ley electoral; fortalecer tse, democratizar y abrir participación electoral y regular/eliminar financiamiento privado electoral.
2) Gestión pública; ley de servicio civil, ley de contrataciones y gobierno abierto
3) Sector justicia; reformas a leyes/constitución para fortalecer y producir autonomía judicial e independencia de jueces y magistrados.
Si, hay otras opciones, unas que nos llevan a mas de lo mismo pero con adornos y parafenalia bonita, otras que nos llevan a una refundación completa e incluye un llamado a una constituyente y algunas variaciones de esto. Lo que si es seguro es que si queremos romper la #Pistocracia y este #PactoDeCorruptos quedarnos cruzados de brazos y soñar con la buena voluntad de funcionarios, jueces y diputados es una espera inútil y de más tiempo perdido.
#EstoApenasEmpieza